sábado, 11 de enero de 2014

El asesino que llevo dentro



 Mario Szichman

 La editorial Minotaur Books, conjuntamente con The Private Eye Writers of America (una organización que reúne a narradores especializados en novelas de detectives) convoca anualmente un premio para escritores inéditos especializados en el género. El ganador recibe un adelanto de diez mil dólares por derechos de autor. Esto es,  tiene garantizada la publicación.
El concurso es muy respetado, pues algunos de los ganadores han tenido gran éxito en el territorio de la mystery fiction. Por ejemplo, Michael Koryta consiguió el premio cuando tenía 21 años de edad, y a partir de ese momento ha publicado diez thrillers. Todos ellos han tenido gran éxito de venta.
      En el 2011, el galardón fue obtenido por Alaric Hunt. Según indicó la periodista Sarah Weinman en The New York Times, S. J. Rozan, autor de excelentes novelas policiales y juez en el concurso, se mostró muy entusiasmado con el texto. Rozan dijo a la periodista que Hunt exhibía un estilo muy particular en el territorio de las novelas protagonizadas por detectives. Hay toda una terrible tradición en ese género  –tras ser inaugurado por maestros como Dashiell Hammett y Raymond Chandler – donde todo “private eye” es un cretino que se dedica a formular comentarios supuestamente irónicos. Por otra parte, además de crear personajes que parecían reales, Hunt revelaba un gran conocimiento de los sitios que describía.
Toni Kirkpatrick, una editora de la empresa encargada de patrocinar el concurso, también expresó su admiración por el manuscrito de Hunt. Dijo que estaba muy bien logrado, y que el escritor “sabe cómo narrar una historia. Su lenguaje y sus diálogos son fantásticos”. 
      La novela de Hunt se titula Cuts Through Bone, y ha recibido disímiles críticas. Una revista como Kirkus Reviews la elogió. Otra, Publishers Weekly, señaló que la prosa era “exagerada”, y que la trama carecía de fuerza. Pero Kirkpatrick sigue pensando que se trata de un excelente debut, y espera que Hunt produzca más libros teniendo como protagonistas a Rachel Vásquez, una adolescente que trabaja para una agencia de detectives, y a su jefe, Clayton Guthrie. La acción está centrada en Nueva York y el caso que debe resolver el detective es el asesinato de una estudiante universitaria cuyo novio, un veterano de la guerra de Afganistán, es acusado del crimen.
      EL CUERPO DEL DELITO
Alaric Hunt tiene 44 años de edad. Y debe sentirse muy contento de los elogios que ha recibido de un veterano y respetado novelista como Rozan. Especialmente la mención a su vasto conocimiento de Nueva York. Pues Hunt nunca ha estado en The Big Apple.
      La Nueva York imaginada por Hunt proviene de episodios de la serie de televisión  Law and Order. Para recorrer con su detective los condados de la ciudad Hunt fotocopió un mapa de hace un siglo. También lo ayudó el libro de Berenice Abbott Changing New York; y novelas que transcurren en Manhattan. Nunca antes se había animado a escribir un thriller. Para ambientarse leyó El largo adiós, tal vez la mejor novela de Raymond Chandler, y otras narraciones del género escritas por el excelente Ed McBain. Recién el año pasado descubrió El halcón maltés, de Dashiell Hammett.
 El primer borrador de Cuts Through Bone lo escribió Hunt en cinco meses, a mano. Demoró otros cuatro meses en reescribirlo.  En septiembre de 2011, luego que Hunt ganó el concurso de novela, Toni Kirkpatrick, la editora de la empresa que otorgó el premio, llamó por teléfono al número de contacto enviado por el escritor, a fin de darle la gran noticia. La atendió una mujer, quien le dijo que Alaric no estaba disponible.
La mujer era Jade Reed, una prima de Hunt. Ella había sido la encargada de enviar el manuscrito de su primo al concurso. Ocurre que Hunt está preso desde hace un cuarto de siglo, sirviendo una sentencia a cadena perpetua, por asesinato. La última vez que Hunt pudo caminar al aire libre tenía 19 años de edad.
Hunt tiene un hermano, Jason, un año mayor, que también está en la cárcel. Crecieron en un hogar disfuncional. La madre de ambos, Bonnie, solía castigar a los hijos pegándoles con un bate de béisbol. La madre murió en un accidente automovilístico, y su padrastro usó el dinero del seguro cobrado tras el accidente para satisfacer sus propias necesidades, y para proveer de drogas a sus hijastros.
En 1988, ambos hermanos se hallaban en una mala situación económica, luego que el padre biológico los echó de su tráiler. Jason quería ir a California, a estudiar música, pero carecía de dinero, y Alaric, que sentía gran devoción por su hermano, decidió ayudarlo a concretar su sueño.
La idea que se le ocurrió a Alaric fue asaltar una joyería. Para evitar la presencia de la policía, los hermanos decidieron causar dos incendios a tres kilómetros de distancia de ambos lados del negocio. De esa manera, tanto la policía como los bomberos estarían ocupados en la zona de los incendios y no advertirían el atraco.
Todo marchó a la perfección. Uno de los inmuebles incendiados fue un edificio de apartamentos, el otro, una antigua mansión. Los bomberos demoraron tres horas en apagar el fuego en el edificio de apartamentos y en rescatar a 15 estudiantes de las llamas. Doce horas después, entre los restos humeantes, encontraron el cadáver de la estudiante Joyce Austin, de 23 años de edad. Había fallecido asfixiada por el humo.
Pocos días después, la policía arrestó a Alaric y a Jason por el asesinato de Joyce Austin, y por robo e incendio intencional. El botín del atraco a la joyería fue de 200 dólares.
Al principio, la fiscalía pidió la condena a muerte de ambos hermanos. Pero Alaric y Jason se declararon culpables de todos los cargos y fueron condenados a cadena perpetua, aunque pueden aspirar a obtener la libertad condicional cuando cumplan 30 años de la pena, dentro de cinco años.
Ahora Alaric Hunt trabaja en la biblioteca de la prisión de máxima seguridad de Bishopville, Carolina del Sur. Cree que tiene un futuro por delante como novelista. Pero duda de su redención final. Como le explicó a la periodista Weinman: “El acto que me define es éste: nunca pude ver más allá de aquello que deseaba. Nunca advertí que ponía a otras personas en peligro. Asesiné a Joyce Austin, y en el proceso también me asesiné y asesiné a mi hermano. Hay un agujero allí. Un agujero que nunca podrá ser llenado”.        
      
          
     
     

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