domingo, 14 de septiembre de 2014

Gustavo Reyes: la mística de la tarea bien hecha



Mario Szichman

Para Ianina Masciarelli



Sin hacer alharacas, sin mucha promoción, Gustavo Reyes (Carúpano, 1975) ha comenzado a destacarse como uno de los mejores artistas plásticos de la Venezuela actual.
En sus trabajos parecería no existir el trasfondo. Hay una meticulosa elaboración de superficies. En algunos de sus cuadros solo la gama anuncia el segundo plano, pues todo parece en tres dimensiones. En los bodegones,  la transmutación de los objetos opera en distintos niveles. Es casi naturalista en las frutas o verduras, caprichosa en las jarras, fantástica en los planos superpuestos.  


En otras ocasiones, la figura femenina se revela como un trampantojo. La sonrisa de las mujeres emerge de cuerpos casi imperceptibles entre azulejos de colores. 


En De la belleza y el furor, cuadro que ilustra la portada del libro del mismo nombre de la ensayista Carmen Virginia Carrillo, el rostro afable de la mujer en primer plano contrasta con la pareja del fondo; un imagen un tanto futurista que da cuenta de una estética disonante.



UN AUTOR EN BUSCA DE UN PINTOR
Creo que ya conté en muchas ocasiones mi fascinación con los ataques a las torres gemelas de Nueva York, las centenares de páginas que dediqué al evento, especialmente en el periódico Tal Cual de Caracas, pero también en la revista Contrabando, dirigida con eximia calidad por Alonso Moleiro. Y creo que fue en Contrabando donde imprimieron, junto con un artículo mío conmemorando los cinco o seis años de los atentados, la foto  de Thomas Hoepker mostrando un grupo de jóvenes despreocupados y felices tomando sol en el área de Williamsburg, junto al East River, mientras al fondo ardían las torres.
Cuando finalicé mi novela La región vacía Luis Rafael Hernández, el editor de Verbum de Madrid, me pidió sugerencias para la portada. (Siempre he tenido la suerte de trabajar con editores que consultan a los escritores, proponen y aceptan propuestas. Me ocurrió con ese extraordinario editor venezolano que se llamó José Agustín Catalá, encargado de publicar en Ediciones Centauro La trilogía de la patria boba).  Mi idea original fue obtener la foto de Hoepker, pero la profesora Carrillo tuvo una idea aún más original: ya que la icónica imagen del fotógrafo alemán es muy ubicua ¿por qué no brindar una imagen inédita? Y ella conocía a la persona capaz de crearla: Gustavo Reyes. 

Uno de mis mantras es la imaginación dialógica. Proviene del crítico ruso Mijail Bajtin y ha generado muchas páginas de buena crítica, tanto de Bajtin como de sus seguidores. El autor descubrió en Dostoievski el sustento de su tesis. En otros escritores predomina el monólogo, prevalece su punto de vista. En las novelas de Dostoievski es muy difícil determinar qué personaje lleva la voz cantante. Los diálogos en Crimen y Castigo, en El Idiota, en Los hermanos Karamazov son como sinfonías corales. Dostoievski podía ser un reaccionario en sus trabajos periodísticos, pero no hay un solo personaje de su narrativa, inclusive el más opuesto a su filosofía política, que no demuestre sus vigorosas razones para opinar como lo hace.
Gustavo Reyes permite que florezca la imaginación dialógica. En el caso de las portadas, nunca desdeña las ideas del autor. Recuerdo los numerosos bocetos que creó antes de poner color y tres dimensiones al producto final. En la portada de La región vacía se hallan representados los elementos centrales del relato. El diálogo con Reyes permitió a la editora, al novelista, evocar la trama. El significado, el secreto de una búsqueda, está allí. No solo el impacto de los aviones en las torres sino su protagonista, sus hijos, en su infancia, y luego recuperados en los momentos finales, el hombre cayendo en una perfecta vertical, que desata la indagación del periodista. Y también el erotismo, que reclama sus derechos en medio de tanta muerte, o ese icónico reloj que preside los collages de Marcia, su personaje central, y muestra su talentosa, difícil manera de ganarse la vida.

TRANSMUTACIONES

Reyes se inició en el camino de las artes plásticas cuando tenía ocho años de edad. Participó en su primera exposición colectiva en el Ateneo de Carúpano a los 11 años. Usando la técnica de los “comics”, comenzó en su adolescencia a fusionar la técnica de acuarela y tinta. En el 2002 viajó a España para estudiar a los grandes maestros españoles, y desde ese momento, empezó a ser conocido fuera de Venezuela. Ha expuesto en Malone House, de Belfast, y en la O´Grady Gallery de Dublin,  Irlanda. Ha hecho muestras particulares en Budapest, Barcelona, Londres y Los Ángeles, en la Galería Botello de Puerto Rico y en la Galería “Espacios Libres” de El Hatillo, Caracas.
Con la destreza de un juglar, Reyes va recreando técnicas y escuelas. Es difícil adivinar sus influencias debido al modo en que organiza los materiales. Sus creaciones se caracterizan por un furioso colorido. Una estructura de mosaico organiza las tres dimensiones en sus texturas. El pródigo tinte, el sabio control de los espacios, ha permitido al artista trazar una huella muy original en su pintura. Es muy difícil pasar delante de un cuadro de Reyes sin detenerse, o borrar de la memoria sus cuadros tras haberlos contemplado.

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